La noche del domingo fue sorprendido por la policiía, en una casa accesoria de la 4a. calle de la Paz, un baile en el que 41 hombres solos vestían de mujer. Entre algunos de esos individuos fueron reconocidos los pollos que diariamene se ven pasar por Plateros. Éstos vestían elegantísimos trajes de señoras, llevaban pelucas, pechos postizos, aretes, choclios bordados y en las caras tenían pintadas grandes ojeras y chapas de color. Al saberse la noticia en los boulevard, se han dado toda clase de comentarios y se censura la conducta de dichos individuos. No damos a nuestros lectores más detalles por ser en sumo grado asquerosos.Ésta es una nota de la prensa capitalina del día 20 de noviembre de 1901, sí, bajo el régimen de Porfirio Díaz. En el suceso, se rumora que un sobrino del presidente era el "travesti" número 42, pero para evitar más escándalo, Díaz lo exhoneró del problema, creando así la cifra estigmatizada de la que hablamos. Todo por este suceso que semanas tras semanas hizo ruído en la Ciudad de Méxio. Los cuarenta y un detenidos tuvieron que cumplir meses en el ejército para pagar su "delito".

Tanto fue así el efecto de este suceso que el número 41 practicamente se satanizó, pues en muchas partes empezó a ser visto con muy malos ojos el estar relacionado con esa cifra. Por ejemplo, en el ejército... ¡el rango 41 no existe! Siempre terminaban en 40, o de ser necesario continuar, se saltaban al 42, tampoco eran validas las placas con ese número, los hoteles y departamentos preferían saltarse el 41 en las puertas de sus habitaciones. Tan así fue que gritarle "¡Cuarenta y uno!" a una persona era el equivalente de decirle a alguien "¡Puto!" o algo similar; jeje, incluso en la actualidad, los hombres machotes que están conscientes de esta historia, prefieren omitir su edad cuando llegan a los 41 años, es como si se saltaran un escalón.
Y bueno, ahora que ya saben mucho más al respecto, les dejo con un pequeño canto que se popularizó en aquella década debido al suceso.
que en la calle de la Paz
los gendarmes atisbaron
un gran baile singular.
Cuarenta y un lagartijos
disfrazados la mitad
de simpáticas muchachas
bailaban como el que más.
La otra mitad con su taje,
es decir de masculinos
gozaban al estrechar
a los jamosos jotitos.
Vestido de raso y seda,
al último figurín
con pelucas bien peinadas
y moviéndose con chic.
Oh, bueno, afortunadamente, nuestra sociedad ha dado pasos de evolución... pequeños y lentos, pero aún así, considerables. :)